lunes, 17 de febrero de 2014

CONFERENCIA TÉCNICA DE PEP GUARDIOLA EN B.AIRES (ARG)


Sólo estuvo un día, el 2 de mayo, y lo hizo de maravilla : arrancó a la mañana respondiendo las inquietudes de chicos de escuelas públicas, luego compartió un almuerzo con 150 personalidades del deporte, desde los técnicos de las selecciones argentinas de fútbol y básquet hasta futbolistas como David Trezeguet, más tarde habló ante un Gran Rex colmado por 3500 personas y finalmente cenó con el Flaco Menotti. Aquí, la transcripción casi completa de sus definiciones, vivencias y conceptos y algunas breves interpretaciones .

"Es un honor para mí estar en Argentina por segunda vez. Cuando vine hace 7 años jamás me hubiera imaginado hablar ante este maravilloso teatro. Quiero dar las gracias a la gente que lo ha posibilitado: César Luis Menotti y Marcelo Bielsa. Cuando ya había acabado mi carrera de futbolista y tenía deseos de entrenar, me trataron como un hijo, fueron generosos hasta decir basta”.
(A Bielsa, sobre todo, Pep le tuvo que decir basta, porque si no las 11 horas que llevaban de reunión en el campo de Máximo Paz, Rosario, amenazaban con prolongarse hasta el alba). 

"En Qatar y en Roma compartí equipo con Gabriel Batistuta, y fue Bati el que me habló de las excelencias tan grandes como entrenador y como persona de Marcelo. Me recibió en Rosario muchísimas horas, me dio todo, creo que tenéis el deber, como pueblo contemporáneo, de reconocerles a Marcelo y César lo que han hecho no sólo por el fútbol argentino, sino por el fútbol mundial. Créanme que esta charla va para ellos. Ahhhhhh, y es la mía introducción. Ahora empiezo”.
(En sus primeros minutos de alocución nombró dos veces a Menotti y a Bielsa, que no por casualidad son la síntesis perfecta de su pensamiento futbolero: control de pelota, pase corto, triangulación, ataque sostenido, presión alta y achique hacia adelante por un lado; obsesión por el detalle, análisis exhaustivo del rival e intención por minimizar el azar a través del ensayo repetido de situaciones, por el otro. Luego volvería a nombrarlos varias veces más, ante la atenta mirada de Carlos Bilardo, que pagó su entrada de 1.200 pesos para ubicarse en las primeras filas. Bien por el Narigón, que fue a aprender y se la bancó como un duque).

"¿Por qué nos hicimos futbolistas? Pues para pegar una patada al balón (hace el movimiento con la pierna). Luego, viene todo lo demás. Para ser entrenador, las cosas que me motivaron y siguen siendo el motor de este oficio fantástico, maravilloso, son: la táctica y el tratar de convencer a los jugadores. No sabéis la fascinación que es intentar transmitir eso que tenéis en tu cabeza, teléfono por ahí (ante un ring no domesticado), para intentar convencerles”.
(El tic del chiste de entrecasa lo repitió con frecuencia, poniéndose a la altura del público, como si fuera uno más).

"Siempre he pensado que todos los chicos se hicieron futbolistas por el contacto con el balón. Tenemos el deber de nunca olvidar esto. Cuando jugaba en el barrio, yo quería el balón y luego atacar, y cuando me lo robaban, me molestaba. En esto sí soy muy egoísta, el balón lo quiero para mí, y si el contrario lo tiene, no le espero, se lo voy a quitar, que sepa que se lo voy a quitar, que voy a por él. Mis equipos son un reflejo. El balón lo quiero para mí, no espero que me lo entreguen, no espero el error, quiero provocar el error e ir a buscarles. Como entrenador, yo vivo más tranquilo cuando juego en el campo contrario que cuando lo hago en mi campo. Cuando estoy más cerca de mi portería tengo más miedo que cuando me acerco a la contraria”.

"Al final de mi carrera, estaba un día en casa, en Roma, viendo la televisión, con el mando a distancia en una mano y con la otra mejor no os lo digo, viendo y cambiando los canales de televisión sin ninguna intención más que pasar el tiempo, esas cosas que todos los intelectuales hacemos, y de repente me quedé con una entrevista. Era un señor que hablaba en italiano, pero no como un italiano (imita como hablaba). Ahí me dije: ‘Este no es italiano’, y como vosotros estáis en todos lados, evidentemente era argentino (risas). Era Julio Velasco, el entrenador del mítico equipo de la selección italiana de vóley, con la que ganó todo. Me quedé fascinado con las cosas que dijo y por cómo lo dijo. Y pensé: ‘A este tío lo tengo que ver’. Tenía tiempo, porque yo no jugaba nunca en Roma, y empecé a mover mis hilos para conseguir el teléfono, pero una vez que lo tuve en mis manos, me decía: ¿lo llamo o no lo llamo? Al final me decidí. ‘Señor Velasco, soy Pep Guardiola, me encantaría juntarme con usted a comer’. Y nos juntamos, del mismo modo que luego lo hice con Marcelo y con César. La gente del deporte tiene esas virtudes, que transmiten, que te regalan. Cuando entrenaba al Barcelona venían muchos a verme, y gente cercana me preguntaba ‘¿Por qué los recibes?’. Y les contestaba: ‘Hay que recibirles, a mí me han dado cosas, las ideas son de todo el mundo, joder’. Yo he robado lo máximo posible (risas)”.
(Al final, este Pep es como cualquier hijo de vecino: hace zapping por deporte, se rasca y se pone nervioso si debe llamar a un famoso).

"De todas las cosas que Velasco me dijo, hubo una que me quedó grabada: ‘La clave de todo es saber tocar la tecla’. Y me explicó: ‘Yo tengo jugadores a los que les encantan que les hable de táctica, 4 o 5 horas del bloqueo y tal y tal; pero hay otro al que después del minuto no le hables más porque no le interesa. A unos les encanta que les hables delante del grupo y hay otros a los que mejor llévatelos a tu despacho y diles lo que le tengas que decir’. Esa es la clave de todo y hay que encontrarla, porque no está en ningún libro. Es que es intransferible, por eso es tan hermoso nuestro oficio”.

"Cuando estaba en Barcelona y aún no había subido al primer equipo, Johan Cruyff entrenaba a Txiki Begiristain, que posteriormente fue la persona que me dio la oportunidad de dirigir al segundo equipo deBarcelona. Un domingo, después de un partido, Cruyff le dijo a Txiki: ‘Hasta el jueves no vuelvas’. Txiki le contestó que al día siguiente había entreno. ‘¡Hasta el jueves no vuelvas!’, le repitió. Txiki le obedeció y volvió el jueves, jugó el domingo y metió tres goles. No es que Cruyff le iba a decir lo mismo a otro y el domingo metía tres goles, porque estas cosas son íntimas. Aprovecho este ejemplo para ilustrar un poco el concepto de la tecla de Julio Velasco”.

"En mi primer año como entrenador, tenía un jugador al que necesitaba mucho, un jugador de nivel top, que no estaba jugando mal pero tampoco lo hacía bien. Me acordé de Velasco y acabado el entreno le dije: ‘Cuando termines de ducharte, sube a mi despacho’. Subió y le dije: ‘A las 7 te espero en el bar del hotel no sé cuánto’. Tomamos algo y hablamos. Sin nada preparado, conversamos de su familia y de la mía, nada de táctica, después pagué como buen señor que soy, y nos fuimos pa’ casa. Al día siguiente, ganamos 4-0 y metió tres goles. Vino después al despacho y me dijo: ‘Gracias, Míster’. Le contesté: ‘No, los goles los ha metido tú’. Es la tecla. Yo sabía que después de la charla haría un buen partido, lo sabía”.
(Primero: Pep tiene su despacho, como cualquier gerente. En la Argentina se usa poco. Segundo: su equipo no concentra, el día anterior cada uno se va a su casa).

"Ahora, ustedes dirán: ‘Este tío es un fenómeno, todas las teclas que toca, las clava’. Pero no. Recuerdo también una semifinal de Champions que habíamos perdido en la ida. La prensa especulaba con quiénes serían los centrales, aunque yo tenía clarísimo quién iba a jugar. Después de un entreno me acerqué a uno de los centrales en persona, uno de esos valientes que van al frente, y le dije: ‘Estoy dudando mucho quién va a jugar mañana’. Luego lo puse. Nos eliminaron y al cabo de un mes, este defensor me dijo: ‘Aquella vez me hundiste (risas). Yo me comía el mundo pero vienes y me dices eso, me hundiste’. La cagué. Así es la tecla: un tío metió tres goles y al otro lo hundí (aplausos y risas)”.
(Le gusta mostrarse un poquito como perdedor, modestia aparte).

"La tarea más difícil de un técnico, sea de fútbol o hockey, es que tratas con personas. Y todas estas personas quieren una sola cosa: jugar. Me lo enseñó Paco Seirulo, que es un sabio, una persona que he conocido a mis 15 años, cuando yo tenía un cuerpo más pequeño que hoy y empezaba a ir al gimnasio a ver si cogía un poco de kilos. Lo conozco de una vida, he trabajado con él en el juvenil del Barcelona. Y tiene una gran virtud: dice que la preparación física no sirve para nada. ¡Y es preparador físico! (risas). El me hizo ver que una de las grandes virtudes de los jugadores es que cuando están jodidos te lo hacen notar, es decir: están enfadados para que sepas que están enfadados, no por otra cosa. ‘Ahora le voy a enseñar al Míster que estoy enfadado’. Esto pasa muy a menudo con los que no juegan. Pues una vez un chico estaba entrenando mal, y nos pusimos a discutir, que no podía entrenar así. Y Paco me dijo: ‘No es que este chico está molesto contigo porque mañana los periodistas no le entrevistarán, es simple, está molesto porque no le quieres, está molesto porque ayer querías más al otro que a él’. Y tratar eso es la cosa más difícil de ser entrenador. Hay otra manera: no implicarse emocionalmente. Hacer el entreno, dar la formación y de ahí irte a tu casa, pero yo siento que los seres humanos, como todos los animales, necesitamos de acercamientos, de tocarnos, en buenos y malos momentos. Yo necesito la piel, necesito abrazarles y explicarles, necesito convencerles, no hay cosa más maravillosa que intentar meterles tus ideas en las cabezas a tus jugadores”.
(Un hombre sensible, lo definiría Alejandro Dolina. Del final de este párrafo se desprende la comunión entreGuardiola y sus dirigidos).

"Los jugadores que no juegan quieren que pierdas. Es así. ¿Arriba me oís? ¿No? Bueno, empiezo otra vez… (risas). Esas frases que dicen ‘vamos todos juntos a luchar, venga’ está muy bien para la foto, pero no hay nada. Yo he intentado que la idea les una”.
(Tremenda sentencia que derriba el lugar común de “todos tiramos para el mismo lado”).

"La línea de banda es el mejor defensor”.
(El delantero apretado contra la raya, tiene pocas chances de salir).

"Al área contraria se llega y no se está; y en tu área defensiva hay que estar y no llegar”.
(El Barcelona toquetea en tres cuartos, afuera del área, y de golpe se da la combinación por el medio, entran y definen. O sea: llegan).

"Yo no soy mejor entrenador que cualquiera de los que hay en este país, créanme, no lo digo por falsa modestia, lo siento así. Todo lo que sé, lo he aprendido, me lo han enseñado, lo he observado, lo he sentido y eso es lo que he intentado meterles en la cabeza a esta gente hasta que las sientan suyas. No es ‘chicos, hay que hacer esto’. No. Hay que hacer esto y argumentarles por qué lo hacemos para que lo sientan propio. Como jugador, lo que me daba más pánico era ir a jugar un partido sin saber qué iba a pasar, qué me iba a hacer el contrario. He intentado, desde el primer día que me metí en el filial del Barcelona, ¡donde estaba a-co-jonado! decirles siempre frente a un partido: ‘Señores, hoy va a pasar esto; y si hacemos esto, vamos a ganar el partido’. Evidentemente hemos ganado y hemos perdido, como todo el mundo, no soy en esto diferente a nadie”.
(Vamos Pep, que perdiste muy poco: 5 torneos de 20, contando el de Tercera División. Pese a ser una institución en el club por su carrera como futbolista, el día que arrancó como entrenador en la filial, le temblaron las patas. Y aquí se muestra más bielsista que nunca: saber todo del rival para minimizar el azar, nada de 'vamos a jugar como salga y no me importa lo que haga el otro').

"En Barcelona había un personaje llamado Charles Rexach, que ha sido segundo de Cruyff, una persona muy influyente en mi idea de ver el fútbol. No digo que esta es la buena, eso sí, ¡agárrenlo por favor! Eso sí que no lo soportaría: todo vale en el fútbol, todo, se gana de mil maneras, se puede convencer de mil maneras y todas son cojonudas. Lo único, que cada uno haga la suya. No puedes hacer ‘copiar y pegar’. En cualquier cosa de la vida. No es ‘voy a jugar porque Pep tal y tal’. No. Si no la sentís, pues la meteréis, la meteréis (la pata). Ahora, si la sentís como propia, hacedlo. Ser auténticos, esa es la que vale”.

"Rexach me contó que siendo jugador tenía un entrenador que le decía una cosa y que al año siguiente venía otro que le decía todo lo contrario. Se volvió loco. Esto pasó en el Barcelona durante muchos años. Vino Udo Lattek, un alemán, y se jugaba de tal manera, luego llegó Menotti y cambió todo, enseguidaTerry Venables, un inglés que era el día y la noche con Menotti y luego vino la persona que entiendo es la más influyente de los últimos 25 años del Fútbol Club Barcelona, la persona que sin él esto tan impresionante no se hubiera dado y yo no estaría hoy aquí. La más influyente porque no visualizo a esteBarcelona sin su llegada”.
(No lo nombra, porque le resulta obvio, y entiende que a la audiencia también le resulte obvio; se refiere aJohan Cruyff).

"Cruyff tuvo el coraje de decir ‘Vamos a hacerlo de esta manera’. Los que piensan que esto salía así no más, no, no, no; esto es fatiga y trabajo, horas y horas y horas. Y campeonatos perdidos. Y él: ‘¡No, se va a hacer así!’. Y campeonatos perdidos: ‘¡No, se va a hacer así!’. Y de repente, los que estábamos ahí de pequeños, empezamos a escuchar cosas que entran por aquí (se toca el oído izquierdo), que algunas salen por aquí (se toca el oído derecho) pero otras se quedan aquí (se toca el techo de la cabeza), en la mollera. Y empezamos a escuchar que ‘el portero ha de parar pero es uno más, vamos a jugar con él’; empezamos a escuchar que ‘balón que sale bien jugado de atrás siempre acaba bien’; empezamos a escuchar que ‘cuando se empieza por izquierda se acaba por derecha’; empezamos a escuchar que ‘la gente que de aquí está bien (se toca la cabeza), que es brava, debe jugar por dentro’; empezamos a escuchar cosas así cada día, ‘que un pase hacia atrás es el mejor pase hacia delante’, ‘que los delanteros deben ser los primeros defensores y los defensas los mejores atacantes’. Y entonces se fichó a Koeman, el mejor central líbero que he visto yo saliendo con el balón desde atrás y generando superioridad en las zonas donde queríamos ser superiores, y escuchamos que ‘el portero al defensa, el defensa al medio, el medio al delantero y, si tienes culo, gol’ (risas)”.

"Algunas frases que he escuchado, no las creo. ‘Hay que correr poco, el que debe correr es el balón’, por ejemplo. No: aquí hay que correr mucho. Yo soy un poco menos romántico de lo que a muchos les parece”.
(Guiño a Bilardo, para compensar todas las menciones a Menotti).

"Con Cruyff aprendimos que cuando ganábamos nos felicitaban, pero al día siguiente nos explicaban el por qué carajo habíamos ganado. Y si perdíamos, estábamos más tristes, pero nos explicaban por qué habíamos perdido. Y mientras crecía, decía: esto me gusta”.
(Ohhh, dijo “carajo”, ¡qué horror!).

"Nadie es capaz de controlar enteramente el fútbol, porque es el juego más difícil del mundo. Primero, porque se juega con los pies, y aquí para tocar a las señoras se usan las manos, no los pies. Es el más abierto, el más indescifrable, pero que me dieran la oportunidad de entenderlo poco a poco es un lujo. Yo agarré de todo. De Barcelona me fui a Italia y agarré cosas; y luego me fui a México y agarré cosas: cómo salía con tres La Volpe y cómo le jugó a vosotros en el Mundial dominando el juego aunque luego ellos perdieron con un gol de Maxi López. Y de allí me fui a Qatar, y bueno, ahí… mejoré el swing (movimiento de golfista). Luego metí todo en una trituradora, hice el mix y las cosas se quedaron en mi cabeza. Y esas me pertenecen. En Barcelona robé, robé y robé; me fui a México robé, y si quieren robar de mí, róbenme, porque al final se juega para la gente, el juego es de los jugadores, la gente va a verlos a ellos, no a nosotros. Y robé y robé”.
(1.Te agarramos, Pep, el gol fue de Maxi Rodríguez. 2. El Bigotón estuvo en el teatro y fuentes bien informadas aseguran que todavía está ahí adentro: no pudo salir, no pasaba por la puerta del agrande que tenía. 3. No le teme a los titulares de los diarios: robar, robar, robar. ¿Quién dijo que es delito?).
Con 27 años ya sabía que quería entrenar en el futuro. Miraba partidos y decía: ‘Hoy podríamos hacer esto y lo otro’, el entrenador daba la charla y yo decía ‘estoy de acuerdo con esto y con esto otro, no’, ya empezaba a pensar como entrenador, pero luego intenté alargar lo máximo posible ser futbolista, que es un placer único e irrepetible”.

"Desde mi lugar dije: ‘De esta manera voy a tratar de convencerles’. Y ese es el placer mayor que tengo, que a través de la táctica y de entender qué hacen los rivales, ver qué puedes hacer tú para convencer a los tuyos. Al final, yo soy entrenador por el juego, por meterle al jugador: ‘Hoy va a pasar esto, esto y esto’. Luego, muchísimas veces no pasa, pero el placer de sentarme delante de un partido, ver al oponente, y mientras tanto imaginarte lo que vamos a hacer nosotros es lo que le da sentido a mi profesión. Es el mejor momento. Como futbolista, cuando le daba a la pelota; ahora es cuando imagino qué podríamos hacer para ganar un partido”.
(Confirmado: bicho de laboratorio total).

"Soy un fan de la salida de atrás. Me gustan mucho las cuestiones defensivas de los de arriba y las transiciones intermedias”.
(Talibanes del lirismo, abstenerse: “Defensa” no es una mala palabra).

"En México fui entrenado por una de las personas que más me ha ayudado a entender el juego, que esJuan Manuel Lillo”.

"Hay una razón que había escuchado: los buenos, para mí, tienen que jugar en el medio. Cuanto más buenos futbolistas tengas en el medio, más puedes pasarte el balón. Por eso hemos cambiado a Messi del costado derecho al centro. Cuando tienes uno más en el medio siempre tienes más control para atacar y para defender. Otros dirán: ‘esto no sirve para nada’, y pueden tener toda la razón del mundo. Yo, con todo el mix que hice en mi cabeza me lo acabé de creer: encontrar superioridad a través de cosas simples, como es pasar el balón, que es la idea básica con la cual nos hicimos futbolistas desde pequeñitos”.

"Cuando quiera, maestro… tira… tira… tira por favor… tira, tira, tira”.
(A Pep no le agarró un ataque ochentoso y se puso a cantar el hit de Miguel Mateos. No. Es que no acentuó la 'a' sino la 'i'. Y esa palabra, 'tira', resultó la que más pronunció en sus 70 minutos de exposición. Era para pedirle al operador de video, casi como un neurótico, que continuase proyectando las imágenes que utilizó para mostrar por qué cambió a Messi de 7 a 9. Y ahí es cuando uno se imagina al lírico de Pepencerrado en su despacho con 10 monitores, tirándose de los pelos que no tiene, a punto de ser llevado con chaleco de fuerza).

"Esto se hace con mucho esfuerzo, con mucho, mucho amor por este oficio, por el fútbol, por el juego en sí, y tengo un agradecimiento a toda la gente que me ha ayudado a entender esto, luego yo le pongo lo mío. Chicos, sean generosos, porque al final esto es en beneficio de este maravilloso juego que tanto disfrutamos y ojalá que los jugadores que he tenido la gran suerte de entrenar sean nuestros sucesores y puedan entrenar y dignificar este maravilloso juego”.
(Gracias por lo de “chicos”, Pep).

"No hay entrenador en el mundo al que le guste este juego y no trabaje, no creo que yo trabaje más que otros, pero no pensemos que los éxitos son directamente proporcionales a lo que uno hace. Y esto al final tampoco es trabajo, te gusta tanto que por eso lo haces”.

"Lo que me he creído de verdad, lo he aplicado y, si no me lo creía, no lo he aplicado, porque las cosas en el fútbol o se sienten o no hay libro posible que te lo pueda enseñar”.

"Cuando Masche se fue a Corinthians, hubo un contacto con River, pero yo ya estaba en las últimas, por lo que River acertó plenamente en no contratarme (risas)”.

"Masche es otra cosa cojonuda. A veces te llevas desilusiones con jugadores, son desilusiones entendibles porque ellos quieren jugar y tú no les metes. Por otro lado conoces gente que vale la pena. Yo tenía dudas en fichar a Masche, porque tenía a Keita y a Busquets, y con Tito (Vilanova) decíamos: ‘Es el capitán de la Selección Argentina, va a venir aquí y si no juega...’. Pero Masche es de otro espesor humano, como futbolista es fantástico y aparte es un sol, un sol de niño”.

"A mí me gustan los extremos que juegan de lateral, y me gustan mucho los mediocentros que pueden jugar de central. Para ser central necesitas más facultades que de mediocentro, porque debes mirar para atrás y Masche tiene esas facultades, esa tensión, esa voluntad de escuchar. Me apuesto lo que queráis que este será técnico, fija”.

"Hay muchos trabajos en el fútbol, pero al final son seis o siete normas, todo se produce en torno a esto, entonces hay que recordarles y que no se olviden. Fallar, fallamos todos, pero correr, esforzarnos, nadie se puede estaquear; los que se estaquean, se quedan afuera. Si hay 10 que corren y uno no, ese se sale solo”.

"No son tontos los futbolistas, son gente preparadísima, una gente que tiene la capacidad de jugar a un deporte tan difícil tiene que ser inteligente por narices. Hay que tratarlos como muy, muy inteligentes y capaces, e intuitivos, tienen todas las virtudes. Y hay que prepararse para las dudas que tengan y darles soluciones”.

"Minutos antes de terminar el primer tiempo me pongo a pensar qué he visto, qué se puede cambiar, luego hablo con mi gente. Tito ha sido una ayuda inmensa para mí. Hay que hacerlo rápido, la charla ahí es muy corta, indicaciones del tipo ‘nos estamos metiendo de prisa arriba’ o ‘hay que salir más por izquierda que por derecha’, lo que puedas”.

"La táctica se las doy a los futbolistas para que nos lleguen poco y encontrar posibilidades de pase para que en los últimos metros la gente de mayor desequilibrio haga el resto. La táctica es: mejor estar aquí, mejor defender allá, por derecha tendremos mucho espacio porque su extremo es un geta y no corre para atrás. La táctica es entonces qué hacen ellos y a partir de ahí adaptarse a los jugadores”.
(Confirmado: se fija mucho en el rival).

"Con Arrigo (Sacchi) coincido en casi todo. Fue un innovador, su equipo, un espectáculo. Al final nos queda la idea, lo único que vale la pena es la convicción de tener una idea clara de dónde agarrarte. Los jugadores no son tontos: si te ven dudar, te lo pillan al instante; y si a veces no lo tienes claro, no les hables, vete a tu casa y al otro día, cuando lo tienes claro, les hablas. Son intuición pura los futbolistas, huelen la sangre, cuando te ven débil, te clavan la espada”.
(Se siente observado por sus dirigidos, su sentido de la responsabilidad frente a ellos no le permite improvisar con argumentos endebles).

"Busco que las charlas técnicas sean lo más cortas posible. Hay días que duran 3 minutos y otras 25, no me pregunten por qué, quizás porque sientes que ese día tiene que ser corta, porque llevamos muchos partidos seguidos, porque vienes de muchas cuestiones tácticas”.

"A ustedes, los argentinos, les gusta hablar mucho, mucho de fútbol y en aquellas reuniones clandestinas conJorge Valdano y Angel Cappa, a mí me avisaban para ir y yo quedaba anonadado”.

"La primera vez que vi a Leo (Messi) fue en una tienda de Nike, estaba con su padre. Lo saludé, él con su peculiar timidez. Yo no lo había visto nunca jugar, pero Tito me había dicho: ‘Tengo a uno que la rompe’. Luego lo vi y tenía razón, pero vamos, creo que fue Marcelo el que me dijo: ‘A los muy buenos jugadores los vemos todos, a los malos también los vemos todos, hay que encontrar a ese que no piensas’. Tito la clavó, pero a Messi lo veía hasta un ciego”.

"Leo agarró muy rápido el cambio de posición de la derecha al centro del ataque. Y si le pones de lateral izquierdo también lo agarra rápido. Leo es el mejor defensor que hay; cuando quiere quitar el balón, dice: voy a quitarte el balón, y te mata”.

"Nosotros hemos ganado mucho en el Barcelona, pero lo cierto es que no hubiéramos ganado tanto sin Leo. Tú puedes controlar todo esto, pero llega un balón, y él rodeado de cuatro la mete en la esquina, ¡ya me dirán qué influencia tengo yo en todo eso!” (risas).

"Definitivamente no he visto a uno igual a Leo. Es que los padres lo hicieron bueno. Yo soy contemporáneo de Maradona, es el ídolo de mi infancia, le veía jugar y… no me hagáis la pregunta tan original de quién es el mejor y tal cosa, siento que he tenido el gran honor y privilegio de coger una generación única y de haberlo entrenado a Messi”.

"Cuando Maradona se fue al Nápoli, yo llegaba con 13 años al Barcelona y no pude disfrutarlo, pero los residentes me contaban que no habían visto a nadie igual. Más tarde me encontré con Alexanco, que fue compañero suyo y luego mío, y me dijo que no había visto a nadie así en su vida, entonces los mitos y la comunicación verbal ayudan a todo esto, y finalmente vi lo que hizo en el Mundial de México”.

"Creo que nunca podría dirigir aquí, es impresionante la expectativa que despierto. Ni que hubiera inventado la sopa de ajo”.

"Que uno tome la decisión de dejar un club es mejor que cuando otros la toman por ti. Yo fui feliz en el Barcelona. Sin dudas que si no eres una buena persona, no ganas nada. Puedes ganar algo particular, pero no más. En el Barcelona tuve a grandes personas. Los jugadores que dirigí aman lo que hacen. Nunca perdieron la pasión que llevan desde niños. Nos fue bien porque dirigí a los profesionales más amateurs que conocí, pero es una etapa terminada. Uno nace, crece, se casa, tiene hijos y se hace mayor. Eso se acabó”.

"Yo no juego a la Play pero mi hijo sí, y le dije que el Messi de la Play jamás superará al real”.

"Vosotros tenéis una reputación de un poco exagerados, sois como sois, pero creo le han dado muchísimo al fútbol: de los 5 o 6 mejores jugadores de la historia, tenéis tres, habéis dado mucho, vuestra pasión por este juego se ve. Ah, les deseo lo mejor y muchas gracias”.

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